miércoles, 26 de febrero de 2014

Whatsapp se cae y el mundo se desploma




El pasado sábado se cayó WHATSAPP y mi mundo se desplomó. 




No sabía qué hacer, probé durante los primeros cinco minutos desde que me di cuenta a mandar mensajes en plan:

             Maxim  19:25
             Maxím 19:25
    Probando… 19:26
uno, dos tres…19:26


Y de pronto me percaté, qué obsesión la mía y qué raro todo sin whatsapp… y en ese momento de desconcierto, recibí de una amiga algo que no había recibido en semanas: ¡Una llamada!

El mundo giraba muy rápido alrededor mío, no sabía exactamente dónde estaba, la vida parecía tener otro sentido…”pero, pero, pero… ¿esto qué es?

- ¿Si?... (Estaba nerviosa)

- Señora de Winter, no va el Whatsapp.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOO!!!!!!!!!!!!


Es curioso como el ser humano se acostumbra a algo tan fácilmente. Y la manera en que una aplicación cambia tantas cosas (yo he llegado a estar en mi casa y recibir un whatsapp con: “la comida está lista, vente a la cocina ya”).




Y en realidad no me hace tanta falta, te facilita la vida si, pero no es tan necesario como nos creemos. Y eso me hace pensar en tantas cosas que tenemos y que en realidad no necesitamos, cosas que decimos: “sin esto no puedo vivir”. Señores míos, somos yonkies de lo prescindible. De tantas y tantas cosas: consolas (bueno, consoladores sí), móviles “ultramegasónicos” de pantallas descomunales (hemos dejado de llevar ladrillos a llevar azulejos), televisores en todas las habitaciones (he visto casas con televisores hasta en el cuarto de baño), blurays, home cinemas, taitantos canales que repiten siempre la misma programación (porque pertenecen a las tres mismas cadenas), que yo he empezado a ver una peli un domingo noche y la he terminado de ver un jueves tarde en otro canal, y tantas y tantas cosas…



¿Y nuestra juventud? Yo he vivido la época en que nos pasábamos notas en las clases, ahora se mandan whatsapp, veo a los niños con los móviles enganchados intercomunicándose entre ellos sentados en el mismo banco. Chicos que utilizan la calculadora para calcular 2x3 (una vez vi a una chica multiplicar 7x1 y seguía dándole a x1…x1…x1… convencida de que el resultado no podía ser 7, creedme si os digo que me quedé a cuadros).




¿Qué le estamos enseñando a los que vienen detrás de nosotros? Estamos creando unos esclavos de la tecnología, unas amebas más preocupadas en que Paula Echevarría copie el estilismo de otras blogger (que francamente, eso se veía a la legua) que de ser feliz y forjarse un futuro mejor. 

Y es que lo están consiguiendo, entre los recortes, la televisión basura y la desgana de algunos padres (antes tenía la fuerte convicción de que las madres existían única y exclusivamente para dar órdenes a diestro y siniestro, ahora creo firmemente que los hijos existen para exigir a los padres), la población nos estamos convirtiendo en un rebaño de ovejas, y lo peor es que el pastor es un lobo.

Señores, el mundo cambia todos los días, espero que cambie a mejor en el siguiente turno, que ya es hora. Yo intentaré poner mi granito de arena y seguir hacia adelante, utilizando la tecnología sin que ella me utilice a mí.

Nadie debería tener tanto poder. 
Porque, ¡a Dios pongo por testigo de que la próxima vez que se caiga el WHATSAPP tendré el LINE preparado!
Qué peliculera que soy... madre mía.
Y para terminar:



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